(enlace a la Primera parte del reportaje)
Y justo en la despedida del día, cuando parecía que ya no depararía nada mas de interés, que se habían quemado todos los cartuchos (como solemos decir «los cazadores de cielos y tormentas»); el cielo decidió sacar su artillería.
Cogió su acuarela de colores imposibles compuesta de luces y sombras, y se puso a crear su particular homenaje al color, antes de la llegada de la oscuridad uniforme de la noche.