Casi siempre muestro la meta,
pero no retrato el camino.
Enseño el objetivo alcanzado,
el más o menos premio logrado,
pero no suelo ilustrar esos otros momentos,
que quedan en el archivo emocional.
Casi siempre muestro la meta,
pero no retrato el camino.
Enseño el objetivo alcanzado,
el más o menos premio logrado,
pero no suelo ilustrar esos otros momentos,
que quedan en el archivo emocional.
Por donde la luz se dejo entreveer entre las tinieblas de aquel día, solo para poder regalar un momento de pura magia.
Para poner el acento a una jornada maratoniana que estaba propiciando momentos de máxima adrenalina, de agradables sorpresas, y de inesperados éxitos y «aparentes fracasos».
(Abre y descubre el resto)
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