Días atrás hablábamos de los momentos previos a la tempestad.
De ese conjunto de sensaciones, miedos, incertidumbres y carga de exigencia en las que nos movíamos.
Ahora toca centrarnos en esa otra fase y momento de la aventura, que viene justo despues.
En esa calma que llega una vez ha pasado la tormenta.
En ese momento de tranquilidad y satisfacción después de hacer un buen trabajo, y conseguido lograr tus objetivos y propósitos.
Cuando has tenido éxito y esa meta que te habías encomendado la has sabido llevar a cabo.
O en el peor de los casos no ha salido todo como te hubiera gustado por ser un mal día o ir demasiado condicionado por autoexigencia y propósito; pero sabes que ya todo paso, que ya va llegando a su fin la aventura de ese día.
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